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Equipo Acrecer

“Y ahora… ¿cómo pago esto?” Una charla honesta sobre créditos de vivienda

Vamos a hablar de eso que todos nos preguntamos después de enamorarnos de un proyecto: ¿cómo lo pago?

Comprar vivienda en Colombia es el sueño de muchos (y con toda razón). Tener un espacio propio, dejar de pagar arriendo, pensar en inversión, patrimonio, futuro... todo eso suena muy bien. Pero a veces ese sueño viene acompañado de una pregunta que no se va tan fácil: ¿Y si no me alcanza?

La verdad es que sí, cuesta. Conseguir la cuota inicial puede ser todo un reto. Y luego de lograrlo, empieza la segunda parte: asumir el crédito. Ya sea hipotecario o leasing, estás hablando de un compromiso a largo plazo que se va a cruzar con tus otros planes: viajar, estudiar, emprender, cambiar de ciudad, tener hijos, cambiar de carro, o simplemente vivir sin sentir que todo es para el banco.

¿Y qué está pasando hoy en Colombia?

Al cierre de 2024, en Colombia había más de 138 billones de pesos en créditos activos para la compra de vivienda, en cualquiera de sus formas.
Sí, leíste bien: billones. Es decir, no estás solo.

El crédito promedio está en unos 131 millones de pesos, pero eso puede variar bastante dependiendo del tipo de vivienda, el estrato, la ciudad y, claro, el tipo de crédito que elijas: leasing habitacional o crédito hipotecario tradicional.

¿Y cómo sé si me alcanza?

Aquí es donde entra algo que nadie te explica bien al principio: el flujo de caja personal.
Porque no se trata solo de saber si puedes pagar la cuota del banco. Se trata de saber si puedes pagarla sin dejar de vivir bien.
Sin sacrificar salud, tranquilidad, tiempo o planes importantes.

Piensa en esto:

  • ¿Cuánto entra realmente cada mes a tu bolsillo?
  • ¿Cuánto se va en lo fijo y lo inevitable?
  • ¿Qué tan cómodo sería asumir una cuota durante 15 o 20 años?

No es que no se pueda (¡claro que se puede!), pero hay que ser honesto con uno mismo. Y también entender que hay formas de hacerlo más fácil: buscar subsidios, revisar bien los plazos, comparar tasas, negociar, ahorrar con disciplina y —esto es clave— no lanzarse al vacío sin entender bien el proyecto y sus condiciones.

Entonces, ¿vale la pena?

Sí. Tener vivienda propia vale la pena. Pero hacerlo bien, con cabeza y sin sobreendeudarse, vale aún más.
Lo mejor es informarse, rodearse de gente que sepa (como nosotros, claro que sí), y tener claro que la mejor inversión no es la más costosa, sino la más coherente con tu vida.

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